¿Necesito un traductor jurídico o un traductor jurado? Esta es una duda que las personas que tienen que traducir documentos oficiales se suelen plantear. Para responder a esta pregunta, es necesario saber la diferencia que hay entre ellas y el alcance que tiene cada una, pues los traductores jurídicos y los traductores jurados no son lo mismo.

Diferencia entre traducción oficial y traducción jurada

Podría decirse que el uso del término «traducción jurada» es un abuso del lenguaje, ya que en realidad no es la traducción la que es jurada, sino el traductor que la realiza.

En España, los traductores jurados son traductores acreditados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAUEC) para realizar traducciones oficiales y presentarlas ante órganos judiciales y administrativos. Los traductores jurados certifican con su firma y sello que las traducciones que entregan son fieles y conformes a los documentos jurídicos originales. El término «traducción oficial» parece más acertado. No obstante, el término «traducción jurada» también es válido y es más habitual que el de «traducción oficial».

¿Qué traductor realiza este tipo de traducciones?

Las traducciones con carácter oficial solamente pueden realizarlas los traductores jurados, expertos jurídicos en posesión del título de traductor jurado que otorga el MAUEC.

Los traductores jurados actúan como fedatarios públicos, ya que dan fe de la fidelidad de sus traducciones; pero no son funcionarios públicos ni mantienen ningún vínculo orgánico o laboral con la Administración.pública.

Pueden ejercer sus funciones ante la justicia, la policía o las oficinas de aduanas cuando estos organismos precisan de interpretaciones o traducciones (actas, declaraciones, interrogatorios, vistas, escuchas telefónicas…).

Además, sus traducciones tienen validez ante cualquier órgano administrativo o judicial, por lo que pueden traducir distintos tipos de documentos jurídicos en el marco de procedimientos civiles, penales o administrativos.

Y también pueden ejercer ante el público en general para interpretar en distintos tipos de actos.

Los traductores jurados solamente pueden traducir y jurar documentos de los idiomas para los que están habilitados por el MAUEC; de lo contrario, las traducciones no tendrán validez legal. Es decir, si un traductor habilitado para traducir documentos en inglés o alemán realiza una traducción en portugués, esta no tendrá carácter oficial; por tanto, las autoridades no reconocerán su validez legal.

¿Por qué son preferibles las traducciones juradas?

La traducción jurada certifica la fidelidad del documento traducido con respecto al original. Se trata de documentos con un amplio alcance jurídico y que deben confiarse a traductores jurados.

Los traductores jurados están acreditados por el MAUEC, lo que les permite certificar con su firma y sello que la traducción es fiel y conforme al documento original.

Pero ¡recuerda! Las traducciones juradas cuestan más que las traducciones jurídicas. Además, los plazos de entrega a veces pueden ser más largos.

La diferencia de precio entre una traducción jurada y una traducción jurídica (o simple) se debe a varios factores pero, sobre todo, a que en las juradas se deben respetar unos requisitos jurídicos estrictos y muy definidos. Las traducciones juradas, al contrario que las simples, están sujetas a formalidades en cuanto a la presentación y forma, así como a una gran responsabilidad profesional y a obligaciones específicas relacionadas con el ámbito legal.

Debido a todos estos factores, la traducción jurada es más cara y requiere más tiempo que una traducción simple. Además, el plazo de entrega es mayor cuando hay que enviar las traducciones juradas por correo postal.

Los traductores jurados tienen la obligación de estampar su sello en el documento traducido para que tenga validez legal.

¿Qué tipo de documentos requieren una traducción jurada?

Todos los documentos redactados en un idioma extranjero y que deban presentarse ante organismos judiciales y administrativos precisan una traducción jurada.

Los traductores jurados tienen la obligación de estampar su sello en el documento traducido para que tenga validez legal. El sello es un timbre que permite certificar varios tipos de documentos para revestirlos de un carácter oficial. Además de acreditar la validez legal del documento traducido, el sello permite identificar a la persona que traduce el documento.

Son varios los documentos que requieren una traducción jurada, especialmente los siguientes:

  • contratos (venta, arrendamiento…);
  • ofertas públicas;
  • actas notariales;
  • estatutos de empresas;
  • títulos, certificados o diplomas;
  • actas de estado civil (nacimiento, matrimonio, defunción…);
  • declaraciones;
  • testimonios;
  • escrituras de propiedad;
  • sentencias;
  • actas;
  • escuchas telefónicas;
  • etc.

Particularidades de la traducción jurada

Hasta hace poco, en España, las traducciones juradas debían entregarse obligatoriamente en papel, ya que, para certificar que la traducción es fiel y conforme al documento original, el traductor tiene que firmarla y sellarla con su puño y letra. No obstante, en 2020 —con motivo de la situación provocada por la covid-19 y que nos obligó a todos a trabajar a distancia, y a disminuir los desplazamientos y el contacto—, la Oficina de Interpretación de Lenguas del MAUEC comunicó que «Siendo las administraciones principales destinatarias de los documentos traducidos por los TIJ, es admisible que se firmen electrónicamente mediante alguno de los sistemas recogidos en el artículo 10 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas».

Otra cosa que hay que tener en cuenta con las traducciones juradas es que algunos documentos, especialmente los documentos públicos, deben llevar la Apostilla de La Haya. Esta apostilla garantiza que el responsable o el organismo que expide el documento está autorizado por el Estado para ello. En general, la Apostilla de la Haya es necesaria para documentos públicos expedidos por un Estado firmante del Convenio de La Haya que vayan a presentarse en un país extranjero, también firmante de dicho Convenio. Pero, como no hay una respuesta clara de qué documentos deben llevar la apostilla y cuáles no, conviene preguntar al órgano que va a recibir el documento.

Las traducciones que incluyen la Apostilla de La Haya refuerzan el carácter oficial de las traducciones juradas, ya que esta apostilla certifica la eficacia jurídica y la autenticidad de las firmas que contiene el documento original.

Otros documentos, especialmente los que deben presentarse en Estados no firmantes del Convenio de La Haya, hay que legalizarlos. También es posible que, además de la legalización del documento original, el organismo que va a recibir la traducción exija la legalización de la firma del traductor jurado. Esto suele ocurrir cuando los documentos se van a presentar en un país que no pertenece a la Unión Europea.

El trámite y los organismos habilitados para legalizar documentos es diferente en cada país. En el caso de España, se puede consultar la información en este enlace.

En conclusión…

Es importante tener en cuenta que para traducir ciertos documentos se requiere la traducción jurada, sobre todo para los que van dirigidos a organismos extranjeros. Las traducciones juradas son más largas y tienen un coste mayor que las traducciones simples debido a las formalidades que conllevan.

Para saber qué tipo de traducción se necesita en cada caso, hay que tener en cuenta para quién es la traducción; solo así se puede valorar correctamente si hacer una traducción jurídica simple o una traducción jurada.